Una de mis misiones es cambiar el paradigma de la alimentación.
Para ello tenemos que romper mitos y tomar conciencia en el punto en el que estamos.
¿Has mirado a tu alrededor?
¿Te das cuenta que hay una tendencia a la obesidad y que somos una sociedad enferma y cansada?
Uno de los paradigmas de la sociedad en la que vivimos es que tenemos a nuestro alcance todo tipo de variedad de alimentos y lo llamativo del caso es que estamos desnutridos, no estamos bien alimentados.
¿Te lo puedes creer?
Las estadísticas sobre el sobrepeso y la obesidad en España, son cada vez más alarmantes. El 25% de la población española tiene problemas de sobrepeso y/o obesidad y sobre todo en lo que concierne a la población infantil, un 15% , según datos publicados en la revista “The Lancet”. El ritmo de crecimiento de esta pandemia en España sigue el mismo ritmo que en Estados Unidos.
¿Cuáles son realmente las causas de este problema?
Antes de la revolución industrial éramos personas con tiempo, nos podíamos permitir hablar con los vecinos en el banco de la puerta de casa, pasear tranquilamente, ahora vivimos sin tiempo, todo es para “ya”, buscamos la inmediatez, nos levantamos ya estresados y hacemos todo rápido, hablamos, comemos, caminamos,etc..
Nos falta tiempo. Y esta falta de tiempo está afectando a nuestra alimentación, porque ahora no nos podemos permitir estar un día entero cocinando, ni podemos tener un huerto al lado que nos proporcione las frutas y verduras que consumiremos, porque no hay tiempo para cuidarlo con mimo. Hemos optado por el estilo de vida fast food. Donde la ingesta de altas proporciones de fruta y verduras típica de la dieta mediterránea ha dejado paso a la comida a base de proteína animal y alimentos procesados con alto contenido en azucares y grasas saturadas.
A nivel nutricional, esta forma de vida se traduce en que consumimos productos cada vez más vacíos de nutrientes. Las frutas y verduras que compramos en los supermercados han sido cultivadas con herbicidas, pesticidas y metales pesados para optimizar la rentabilidad de nuestros cultivos. Han sido recolectadas verdes, para que se conserven durante los largos trayectos que recorren antes de llegar a nuestra mesa. Esto, unido a los químicos usados en su crecimiento, hace que su valor nutricional se haya mermado tanto que apenas son la sombra de los tomates que comían nuestros abuelos.
Las carnes que comemos provienen de animales criados en explotaciones intensivas donde, para evitar plagas, les han atiborrado de antibióticos y medicamentos. Los alimentan con piensos transgénicos y nosotros, junto con el trozo de carne, nos comemos todo eso que le han dado al pobre animal. El pescado cada vez está más contaminado del mercurio, producto del maltrato permanente al que sometemos a los océanos.
No contentos con todo esto, los métodos que utilizamos para cocinar son cada vez más agresivos con los pocos nutrientes supervivientes en nuestros alimentos. El microondas, un habitante usual en nuestra cocina, destruye molecularmente parte del aporte nutricional de los alimentos que introducimos en este aparato. Su rapidez y limpieza a la hora de cocina prima sobre sus efectos adversos sobre la calidad de la comida.
Quiza todo esto que os cuente sea un poco catastrófico, pero es nuestra realidad y es importante tener conciencia para poder poner soluciones y prevenir el futuro que nos espera si no cambiamos estos hábitos.
Para mas información os espero en mi Canal de youtube y en www.despiertaconbea.es.